lunes, febrero 21, 2005

LOS REFERENTES, por Rolando Drut

Hoy quisiera hablar de mí: Cuando digo que quiero hablar de mí, digo que quiero hablar de nosotros. Nosotros los que nacimos en plena guerra, en medio del caos que apenas pudimos mirar, sentir y que ya de más grande comenzamos a entender, a comprender y a accionar. Nosotros que éramos chicos, adolescentes quizás, los que estuvimos en el lugar donde no teníamos que estar y nos salvamos también, por estar en el lugar que tampoco teníamos que estar; nosotros los que estuvimos escondidos. Queremos hablar de todos nosotros que éramos chicos de alguna manera perseguidos, nosotros los que tuvimos una infancia diferente a otros chicos de este mundo, que tuvieron otra infancia o mejor dicho una infancia mejor y porqué no, normal.
Quisiera hablar de los que hoy tenemos obligaciones y una obligación mayor. Podemos decir que nuestros padres, los que pudimos tener la dicha de tenerlos, ya no están o son gente, en general, que tienen una edad sumamente avanzada y lo que tuvieron que hacer, ya lo hicieron; lo que tuvieron que testimoniar ya fue hecho, lo mismo que seguramente también hicimos. También estamos hoy los que perdimos a nuestras familias, los que jamás hemos podido volver a ver a nuestros seres amados, los que han desaparecidos y que nunca fueron encontrados, los que han sido aniquilados. Hoy quisiera hablar de nosotros. Pero sobre todos quisiera hablar de los que no pueden hablar porque no están.
Tenemos una edad, la cual, todavía estamos en condiciones de hacer mucho por el género humano. Estamos con las fuerzas, las ganas, el entusiasmo y las vivencias intactas de todo lo sucedido y en el mundo están todavía ansiosos de escucharnos para que entendamos y hacer entender a las próximas generaciones venideras, no solamente lo ocurrido, sino luchar para que no se vuelva a repetir. Sabemos con certeza que donde hubo un antecedentes histórico, puede haber una reiteración de modelos corporativos a tomar y eso lo vemos en distintos lugares de nuestro mundo. La cuestión es que nosotros somos el indicado para poder coadyuvar a los historiadores a poder compenetrarse e ir a intentar o descubrir a dilucidar las verdades posibles. No es cuestión de encontrar “la verdad”, pero si encontrar los senderos que hagan más comprensibles desde el punto de vista de nuestra sociedad sobre nuestro pasado. Es ahora con la distancia, que es la madre de todas investigaciones, que no podemos soslayar ir al encuentro de las respuestas y hacer entender que hubo responsables en esta historia, en este capítulo que no está cerrado y si recién empieza a abrirse a los ojos jóvenes.
Hablemos de nosotros de lo que podemos hacer ahora. Tengamos presente que los que hemos sobrevivido a aquello inolvidable, muy pronto no estaremos para hacer entender, para poder incentivar a las luchas de la memoria, para que se comprenda más fehacientemente, el desastre que vivió esta parte de la humanidad, en el más grande genocidio ocurrido en el siglo XX. Nos queda poco tiempo. No es mi intención formalizar una nota necrológica de nosotros mismos, pero si, colaborar a hacer comprender que un día vamos a desaparecer, vamos a dejar de existir, y después ya no habrá referentes vivos. Hoy somos nosotros los referentes...

miércoles, febrero 02, 2005

SIENDO NOSOTROS, por Rolando Drut

Hubo una época, hace mucho,
en la cual, los humanos,
querían ser todos iguales.
Perseguían a los que no lo deseaban,
inclusive algunos desistieron.
A pesar de ellos, lo lograron.
Por fin todos los seres fueron iguales.
Algunos se preguntaron ¿Igual a qué?.
Otros dijeron ¿Igual a quién?.
Nadie supo responder,
Pero vivieron felices.

Pasó el tiempo, no demasiado,
aquellos mismos humanos,
Comenzaron a inquietarse,
a reflexionar, tardíamente.

Ahora que somos todos iguales, sentenciaban,
no somos parecidos a nadie,
ni nos parecemos a otros.
Nos parecemos a todos,
no nos parecemos a nosotros.
Nos parecemos a otros,
los otros son como nosotros,
nosotros, no somos nosotros, somos otros.

La confusión se apoderó de todos,
de unos y de otros, decían.
No podían comprender,
que se hubiesen equivocado.
En el afán de verse igual a todos,
ahora eran como nadie.

Supieron de pronto,
Que esperaban algo más grave,
Estaban perdidos en el gentío,
Quedaron exangüe,
No tenían fuerzas,
El “ser”, se les había extraviado.