domingo, abril 16, 2006

EL BAÚL DE MIMBRE Por Roland Drut-Heinich

…Douce France…cher pays de mon enfance…je t´ais gardé dans mon cœur…

Está durmiendo solo, en un rincón de este patio argentino, a la vista de todos. Nadie le presta atención. Su tapa apenas logra cerrarse. En su interior hay libros viejos, releídos. Una raída sábana ayuda, a que las lecturas de antaño resistan el paso del tiempo. Este baúl es el último. Eran varios, amén de otros valijones, pero este es el último. No recuerdo donde fueron a parar los otros. Aquellos otros, eran más lindos; tenían esquineros de metal brillantes.

Está ahí, inmóvil desde hace 54 años, confinado a almacenar algo más que libros en desuso. Está, supuestamente entristecido, sabiendo que atesora eventuales leyendas olvidadas.

Está atiborrado, de cuentos familiares. “Szmuel”, mi papá, aquél polaco rubio de ojos claros, hace mucho que no me acompaña: lo poco que supo llevar de Varsovia está, en este baúl…

“Henriette”, aquella francesa pelirroja y pecosa, mi mamá, tampoco está. Ella sumó historias antiguas de Iassy, de Vaslui… Cada uno supo poner alguna que otra cosa y las cosas eran interminables. Con mis 11 años, yo intentaba ayudar en esta extraña mudanza. No comprendía porqué dejábamos a Mémé Sara , mi bobe y Tatá Adèle , mi tía preferida……

No comprendí demasiado, al principio…después tampoco fue simple…

¿Qué había que entender?

Embarcábamos para siempre y a un país desconocido: ¡ Argentine !

Diseminadas por el piso, alegrías, tristezas, angustias, pérdidas, privaciones y el horror. Allí quedaron en el departamento de la rue de Montreuil . Por la ventana entreabierta, una brisa primaveral incipiente, hacía aletear parvas de indeterminadas cosas. Seder que no existieron y noches que no fueron distintas a otras noches. A pesar del viento, algunas de estas “cosas” llegaron a la: Argentine .

Sigue ahí el baúl, con su impecable traje de mimbre color mimbre, esperando cada mañana mi mirada, quizás una caricia, a lo mejor una mano de barniz con la que nunca lo protegí.

Sí, sigue vivo, entero, erguido, brillante como en aquél confuso, desgarrador febrero 52' . Ya nadie queda; nadie más que yo, para saludarlo.

Hoy levanté su tapa, pesada todavía y floreció, esparcido entre inexistentes compoteras de Limoges: un trozo de historia. Mi historia, no es una gran historia, es una pequeña historia, pero es con la única que cuento. Es casi irrelevante. Me hubiera gustado poder contar algo importante. Pero no es así.

Desde el interior del baúl, emanaban ciertos olores, aromas conocidos y casi olvidados.

Maman et Papa, habían resguardado en él, lo mejor que poseían. Seguramente pensaron en las cosas que debían legar a sus hijos. Con cuidado las taparon con cacerolas viejas. Ello sabían perfectamente qué hacían, no dudaron, solo había que saber mirar adentro. ¿Cómo no vi aquello, antes? Era visible, extremadamente visible y no me di cuenta. Estaba todo tan al alcance de mi mano, de mi vista…

¡Qué extraño!

Entre las cuatro esquinas del baúl, asomaban los fragmentos de una judeidad lastimada, casi volatilizada en el tiempo. Ahí encontré todo lo que se pudo salvar después de la Shoáh , después de “ la guerre ” como decíamos entonces. Casi llegué a pensar que “ les boches ” habían logrado su cometido, pero pronto me di cuenta que, a pesar del horror…. ¡ Nous sommes là¡ -Mir Zainen Do-

Mis padres habían conservado su identidad. Y con su amor me entregaron sus tradiciones milenarias, algo preciado, imposible de rechazar. A ello les debo mis identidades diversas y enriquecidas.

Mi abuelo materno fue asesinado en Auschwitz, uno de mis tíos con solo 16 años, también. Otro tío fue baleado en plena calle por un policía francés. Mi padre tuvo la increíble suerte y recalco – increíble suerte - . Fue liberado de “ Beaune La Rolande ”. Papá se salvó y para ello no hay explicación posible. Unos se salvaron y otros no.

A pesar de todo, ellos siguieron como pudieron, construyeron una familia y lograron salvarme (Mis padres fueron mis SALVADORES ¿así de simple?). Y aquí estoy para contar a mis hijos, como debe decirse…

En este último baúl, hallé la clave de todo. Hubo que meter los brazos, no solamente las manos, pero si los brazos para poder extraer lo que estaba en los intersticios del viejo mimbre. No todo estaba perdido y no todo había quedado allá. Ellos tenían la clara idea de las tradiciones recibidas y el significado de la transmisión. Por suerte estaban atentos, supieron y pudieron.

Encontré tanto, pero tanto que no creo poder escribir todo lo que había allí. Papá había perdido todo o casi todo en Varsovia y para siempre, pero su ser judío, eso, no lo había perdido y lo llevaba en lo más profundo de su corazón, con vigor, con aliento y jamás lo abandonó.

Nunca imaginé que un simple baúl de mimbre pudiera contener tantas, pero tantas cosas.

Las aguas del Nilo se siguieron abriendo….

jueves, abril 06, 2006

La Resistencia... y contarás.... por Rolando Drut

Y contarás, en aquél día, a tu hijo (Éxodo, cap. XIII).
Aquél día, era, el 19 de abril de 1943.

Aquel día, contaron.
Y contaron los que perecieron.
Y contaron los que sobrevivieron.
Y contaron los que lucharon con armas.
Y contaron los que tuvieron miedo.
Y había que estar ahí, para contar lo incontable.
Y lo que contaron, quizás, lo comprendimos.

Héroes, fueron todos, porqué supieron resistir.
Héroes, fueron las maestras que enseñaban.
Héroe, el padre que hacía circuncidar su bebé.

“No los iban a llevar como ovejas al matadero”. Estaban seguros.
No los sacarían vivos del Ghetto. Estaban convencidos.

La juventud judía dio el ejemplo frente al horror.
Sabían que no podrían triunfar.
Sabían que no era inútil.
Sabían más, de lo que sabían,
Sabían que podían vivir, sin vida.

Murieron con las manos libres.
Murieron con sus ojos brillantes.
Murieron, pero no desaparecieron.

Están ahora aquí, entre nosotros.
Gracias a ellos estamos y somos.
No pudieron con el Ghetto: el Ghetto está en cada uno de nosotros
Vivirá después, del después, hasta el final de los tiempos

Acá estamos. Roland Drut 2006-04-06